En el siglo XVI, la primera persona en la historia en pisar las islas Galápagos, el obispo de Panamá, consideró que era un lugar infernal. No encontró agua y dos de sus hombres y diez de sus caballos perecieron. A través del tiempo, este archipiélago prohibido se convirtió en el refugio de piratas y balleneros pero, a medida que más personas llegaban a las islas, comenzaron a verlas de una manera completamente nueva. En 1835, la mirada de Charles Darwin sobre estas islas se convirtió en el catalizador de una revolución que transformaría nuestra comprensión de la vida en la Tierra. 

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